Coñas aparte el asunto viene que ni pintado, pues una de las zonas más bonitas y con más solera para dar un paseo es el antiguo Sestero, donde los pastores pasaban los días cuidando el ganado. Hoy vamos a visitar los restos de lo chozos que los pastores construyeron para hacer más cómodo su trabajo. Para llegar hasta ellos cruzamos el Mardancho por el puente del Molino de Santa María y al poco rato ya vemos el primero entre la maleza de árgomas, brezos y pequeñas rebollas.
Seguimos camino por el cortafuegos y cogemos el primer desvío a la izquierda. El camino nos va subiendo poco a poco hacia el Albar. En un pequeño claro a la izquierda sale un antiguo sendero que nos deja ante este otro resto de lo que fue un refugio pastoril. De construcción muy simple, utilizaban las piedras de los alrededores para levantar unas paredes con las que protegerse del viento, el frío y la lluvia. El techo solía ser de ramas entrelazadas cubiertas por brezo, así que cada poco había que reconstruirlo.Si queréis saber más de estas construcciones tenéis que visitar el Centro de Interpretación de La Piedra en Seco de La Puente del Valle.
Desandamos lo andado para seguir el camino que traíamos y subir por el cortafuegos hasta casi su punto más alto. A la derecha del camino se encuentra este otro chozo. En este caso en su construcción aprovecharon una gran roca para ahorrar trabajo y recursos. Todos tienen la misma orientación al Sur y protegidos del "gallego".
Los pastores eran gente dura, acostumbrados a sufrir las inclemencias del tiempo. No tenían botas de "Gore-Tex", calzaban unos simples chanclos con la suela de madera, la mayor parte de las veces fabricados por ellos mismos, y no vestían cazadoras "Windstoper",sus ropas eran de piel de oveja con la que confeccionaban los "zahones", una especie de delantal que les cubría desde la cintura hasta los pies para protegerlos de la maleza. Pasaban el tiempo tallando utensilios de madera o cuerna que luego vendían o cambiaban por otras cosas. Vamos, que desde el Neolítico hasta hace un telediario seguían las mismas costumbres.
Pero vamos a seguir andando, que nos quedamos fríos. Subimos al alto del cortafuegos y nos vamos a la derecha por el Albar. Pasamos un par de cruces (el monte de Agudedo es un laberinto) que obviamos y después de subir una cuesta salimos a otro cortafuegos que cruza el que traemos y le cogemos a la izquierda. En unos metros nos encontramos con este otro chozo (o lo que queda de él). Nos damos la vuelta y ahora continuamos por este nuevo cortafuegos que después de un buen rato nos devuelve al punto de partida.
Hay quien dice que otro de los "entretenimientos" de los pastores era ordeñar unas cuantas ovejas (un poco, pues lo tenían prohibido) y en esas tardes de otoño hacer arroz con leche. La receta el próximo día.
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