domingo, 29 de noviembre de 2009

II JORNADAS APICULTURA VALDERREDIBLE


El próximo fin de semana se celebrarán en el Centro de Visitantes de La Puente del Valle unas jornadas para dar a conocer una de las actividades con mayor tradición en nuestros pueblos, la apicultura. El Sábado habrá una charla, y el Domingo a partir de las 11.30 de la mañana actividades para los niños. Os podéis informar en el teléfono 648191763 o bien el la dirección de correo cvlapuente@medioambientecantabria.com.

jueves, 26 de noviembre de 2009

ASAMBLEA ORDINARIA DE LA ASOCIACION VALDELOMAR

El próximo 5 de Diciembre a las 16.30 horas en primera convocatoria y a las 17.00 en segunda tendrá lugar la Asamblea ordinaria de la Asociación Valdelomar con el siguiente

ORDEN DEL DÍA

Número de Socios y situación general de la Asociación.
Presentación de cuentas del ejercicio.
Resumen de actuaciones y de actividades.
Propuestas de actividades para el nuevo curso.
Elección de la nueva Junta Directiva.
Ruegos y preguntas.

Lugar: Escuela de San Martín de Valdelomar

ROMANICO EN VALDELOMAR.CASTRILLO.


Decir que la iglesia de Santa Leocadia de Castrillo de Valdelomar es uno de los mejores ejemplos del románico rural no es una exageración. No estamos hablando de un templo que destaque por sus dimensiones o por su decoración abundante y exquisita; todo lo contrario, aquí la austeridad es virtud y su humildad la engrandece aún más. Da la impresión que el encargado de construir la iglesia no hubiera querido alterar un entorno tan bello, y para ello se limitó a levantar un templo que más parece una continuación del risco sobre el que se asienta. Es como si un cantero modelara la piedra para poder hacer una iglesia; de hecho parte de su muro norte es la misma piedra arenisca sin labrar.


La iglesia en sí es muy modesta. En un principio era una sola nave terminada en el ábside semicircular orientado al Este, a Jerusalén, y anexa tenía una espadaña exenta, gemela de la de Santa María de Valverde. Posteriormente la espadaña se transforma en torre y en el lado Sur de la nave se la añade una sacristía y un portal . La decoración es muy sencilla, se limita a los capiteles de la ventana del ábside y a los del arco que separa el altar del resto de la nave, muy toscos y por lo tanto de poco valor artístico.


La roca sobre la que se sitúa es una necrópolis (siglos IX ó X) similar a otras que hay distribuidas por Valderredible. Impresionan sobre manera las tumbas más pequeñas, correspondientes a los bebés. 1000 años después todavía se imagina uno el sufrimiento de una población que excavaba en la roca su corta existencia. Las vistas desde aquí son maravillosas. Se domina todo el Valle de Valdelomar hasta Cezura; el hayedo de Peña Ahedo al Sur; un extenso bosque de rebollo y roble albar al Norte; y al Oeste, cerrando la vista, el Castro de Monte Bernorio y más lejos la silueta del Pico Curavacas. La quietud y la calma lo invaden todo y hacen de este sitio un lugar privilegiado para dejar pasar el tiempo y que vuele la imaginación.

domingo, 22 de noviembre de 2009

ROMANICO EN VALDELOMAR. SAN ANDRES.


El Valle de Valdelomar contribuye (modestamente) a que en el Sur de Cantabria y Norte de Palencia y Burgos se concentre la mayor densidad de iglesias románicas de Europa.


Para entender mejor este fenómeno hay que retroceder hasta los siglos XI y XII. Valderredible (y toda la zona) estaban mucho más pobladas que en la actualidad. Los foramontanos que, huyendo de la invasión musulmana, se refugiaron en La Montaña, van poco repoblando el territorio a medida que los reyes castellanos establecen la frontera más al Sur. Son gente (mayoritariamente campesinos) que viven con miedo. En el día a día tienen que enfrentarse a lobos y osos que atemorizan su ganado; a sequías y tormentas que arruinan sus cosechas; y a bandidos que saquean sus pueblos. No es de extrañar que se encomienden a Dios y que quieran levantar templos para conseguir su protección. Sus intenciones se ven influenciadas por los peregrinos jacobeos que, remontando el Ebro buscando una ruta más segura, traen consigo las noticias de que desde Francia a Santiago, pueblos y ciudades levantan nuevas iglesias para agradecer los favores concedidos. El románico es , además, una manera de explicar la palabra de Dios a una población que no sabe leer ni escribir y que necesita visualizar su mensaje.


Es en este contexto cuando los concejos de los pueblos deciden encargar a los maestros albañiles la construcción de nuevos templos tomando como referencia otros con más renombre. Van apareciendo así pequeñas iglesias como la que ahora nos ocupa, la de San Andrés de Valdelomar. Datada en el siglo XII en ella se aprecia el trabajo de los canteros que también colaboraron en la construcción de los monasterios de Aguilar y San Andrés de Arroyo. La similitud en la decoración de los capiteles y la temática (hojas de palma, molduras cúbicas, molinillos vegetales) hacen que se considere indudable la participación de dichos canteros. Es con mucho la que conserva la mejor decoración de todas las de Valdelomar; destaca sobre todo la ventana del ábside, trabajada con mucho esmero, convirtiéndose en una filigrana. Como todas las demás iglesias de la zona está perfectamente integrada en el paisaje. Estamos hablando de un románico muy rural, sin ostentación, apegado a la tierra, funcional y a la vez excepcional; es (como dice mi amigo Alfonso) como si hubieramos depositado una maqueta para que cumpla las funciones de iglesia.


Mis recuerdos la asocian con esas frías tardes de Semana Santa en las que los chavales hacíamos de improvisados monaguillos para que Don Mauricio (cura nacido en el mismo San Andrés) pudiera hacer el via crucis.


Hoy apenas se dicen misas entre sus muros (aunque este verano hubo una boda), pero tenemos la obligación de conservar este patrimonio entre todos.

jueves, 12 de noviembre de 2009

LA CATEDRAL DE LAS RUPESTRES


Así es como muchos denominan hoy a la Iglesia de Santa María de Valverde, situada en el pueblo homónimo junto a la carretera que va de Quintanilla de las Torres a Villanueva de la Nía.

Lo que en un principio pudo ser un pequeño eremitorio, aprovechando las oquedades en la piedra arenisca fácil de labrar, con el paso de los años (y el trabajo de los hombres) se ha convertido en una bella y coqueta iglesia en la que todavía hoy se puede asistir a misa todos los Domingos del año (a la una).

Sus orígenes se podrían situar en el siglo VI, coincidiendo con la actividad evangelizadora que por estas tierras desarrollo San Millán. Más tarde (siglos VIII al X) se amplia la primitiva cueva y se construye la primera ermita, cuyo altar coincidiría con la actual capilla bautismal, en la que se encuentra la pila decorada con dos cruces de tradición visigoda. El arco que da entrada a dicha capilla también es visigodo, por lo que su datación parece que no es motivo de duda.

En siglos venideros se fueron añadiendo varias capillas excavando más en la roca, y ya en el siglo XIII se le añade la espadaña. En su interior podemos contemplar una de las pocas tallas que se conservan en la que la Virgen está dando de mamar al Niño, es del siglo XVI de estilo renacentista.

En el exterior una necrópolis excavada en la roca que forma su techo, con la tradicional orientación de estas tumbas de Este a Oeste, la mirada del difunto hacia Oriente, pues es allí donde esta Tierra Santa.

Todo esto os lo explica mucho mejor la actual guía de la Iglesia, Rosalina, cuya función va más allá de abrirla para los turistas. Ella se encarga de todo esté en su sitio y de que a la patrona del Valle no le falten unas flores adornando su altar.

Podéis terminar la visita en el Centro de Interpretación del Rupestre, un intento de las autoridades por poner en valor la zona y darla a conocer. Merece la pena verlo, nos transporta a esos siglos oscuros de la Alta Edad Media en los que nuestro Valle era una zona de frontera y de conflictos.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

LA APICULTURA EN NUESTROS PUEBLOS

Este es uno de los colmenares que todavía podemos contemplar en nuestro Valle. Hoy está en desuso, siendo sustituidos por las movilistas, mucho más cómodas de manejar y con la ventaja de que puede emigrar toda la colmena hasta donde quiera el apicultor.

Los antiguos dujos estaban construidos con el tronco de un roble, previamente vaciado, al que se le cruzaban un par de palos para facilitar el anclaje de los panales. Se colocaban sobre una laja de piedra para aislarlo de la humedad de la tierra.

También se podían encastrar entre las paredes de la casa o pajar, llamándose entonces "hornillos". Se orientaban siempre hacia el sur, para aprovechar la luz y el calor. Los colmenares estaban situados en las inmediaciones de las viviendas, no existiendo el temor que hay hoy en día a las picaduras de las abejas, se podría decir que las abejas eran un habitante más de la casa, y se le cuidaba como al resto de los animales domésticos. Cuando nos picaba alguna (siempre por nuestra culpa, pues si a las abejas no las molestan, ellas no te pican), nos quitábamos el aguijón, embadurnábamos la picadura con barro, y a seguir.

La miel siempre ha sido un complemento que aportaba azúcar, calorías y minerales necesarios en una dieta tan pobre como era la de nuestros antepasados( mi abuelo me enseño a tomarla con tortilla e incluso con morcilla, y os aseguro que está muy rica).

Antaño no era tan fácil como hoy conseguir colmenas, así que se estaba atento a cualquier enjambre ("enxambre" se decía) que se formara por la salida de una abeja reina con su "corte" de zánganos y obreras. Se le seguía y se procuraba por todos los medios (dar golpes con dos tejas era uno) que se posara en algún sitio, para después intentar atraparlo en el "escriño", una especie de cesto con forma cónica hecho con minbre y paja de centeno. Una vez el "enxambre" dentro del escriño se le conducía hasta el colmenar, donde con todo cuidado se inclinaba junto al dujo, para que las "moscas" entraran en su nuevo hogar.
Sobre el mes de Octubre se "cataba" la miel. Para ello se levantaba la tapa del dujo (hecha con una tabla y asentada con una piedra) y se rascaba su interior con una vara de hierro de un metro de largo y terminada en una punta afilada; durante todo el proceso se fumigaba literalmente a las abejas con un pequeño ahumador para que estuvieran adormecidas. Se sacaban así los panales y se depositaban en un barreño, que se ponía sobre la chapa de la cocina añadiéndole un poco de agua para que no se pegara. Poco a poco se apretaban los panales con la mano(actividad no exenta de riesgo, pues alguna abeja te clavaba el aguijón) destilándose la miel, aunque todavía tenía bastante cera. Para eliminar el exceso de cera se pasaba todo por el "capillo", un saco de tela muy fina en el que se quedaba la cera sobrante. Cuando acababa la cata todo estaba pegajoso, pues aunque uno pusiera todo el cuidado del mundo siempre terminaba tocando algo con las manos impregnadas de miel.
Hoy ese trabajo es un poco más fácil, gracias a las movilistas y las centrifugadoras para extraer la miel, pero el producto final sigue siendo la magnífica miel de brezo, fuerte, oscura , espesa y sabrosa que podemos encontrar en nuestros pueblos. Ahora que ataca la architemida gripe A, ¿alguien conoce mejor remedio?.