lunes, 25 de julio de 2011
EL ALBAR DE VALDELOMAR
lunes, 11 de julio de 2011
LOS ESCUDOS DE VALDELOMAR
Una de las fuentes de las que disponemos para conocer mejor la forma de vida de nuestros antepasados es la heráldica.
La heráldica estudia los escudos de armas, los cuales eran portados por los guerreros en la época donde se utilizaban las armaduras; nace de la necesidad de identificar a los contrincantes en las batallas. Con el paso del tiempo se incorporan a las construcciones civiles y militares como señas de distinción de éstas. Es de gran utilidad ya que históricamente, se da la transmisión de la simbología presente en los escudos a través de varias generaciones.
En Valdelomar contamos con varios ejemplos de escudos que nos pueden enseñar algo más de nuestro pasado.
Comenzando en San Andrés, en lo que fue una de las mejores casas de todo el Valle, toda ella de sillería, (hoy lamentablemente en ruinas) se puede ver todavía un escudo heráldico. Aparece inventariado en el libro de Mª Carmen González Echegaray "Escudos de Cantabria", que lo describe así: "timbrado por un esbelto y bien labrado yelmo y con cartela de rollos.
El campo es medio partido y cortado:
1) Torre de dos cuerpos
2) Dos brazos nacientes de ambos flancos que sostienen una lanza
3) Dos animales empinantes al tronco de un árbol (parece un pino)
El tercer cuartel pudiera representar las armas del apellido Bravo de Sobremonte. "
En el mismo San Andrés encontramos otro escudo, este rectoral. Siguiendo con la descripción de González Echegaray: "La punta de la cartela va recogida hacia dentro, y el campo presenta un cáliz con la Sagrada Forma, diestrado de una lis y en punta las vinajeras. Al flanco izquierdo las dos llaves cruzadas. Asimismo aparecen dos coronas, una a cada lado del escudo, con la siguiente inscrpción SE HIZO ESTA OBRA A COSTA DE DN. JUA MARZ. CURA BEBEDO. DESTE LUGAR. AÑO DE 1770.
La heráldica estudia los escudos de armas, los cuales eran portados por los guerreros en la época donde se utilizaban las armaduras; nace de la necesidad de identificar a los contrincantes en las batallas. Con el paso del tiempo se incorporan a las construcciones civiles y militares como señas de distinción de éstas. Es de gran utilidad ya que históricamente, se da la transmisión de la simbología presente en los escudos a través de varias generaciones.
En Valdelomar contamos con varios ejemplos de escudos que nos pueden enseñar algo más de nuestro pasado.
Comenzando en San Andrés, en lo que fue una de las mejores casas de todo el Valle, toda ella de sillería, (hoy lamentablemente en ruinas) se puede ver todavía un escudo heráldico. Aparece inventariado en el libro de Mª Carmen González Echegaray "Escudos de Cantabria", que lo describe así: "timbrado por un esbelto y bien labrado yelmo y con cartela de rollos.
El campo es medio partido y cortado:
1) Torre de dos cuerpos
2) Dos brazos nacientes de ambos flancos que sostienen una lanza
3) Dos animales empinantes al tronco de un árbol (parece un pino)
El tercer cuartel pudiera representar las armas del apellido Bravo de Sobremonte. "
En la bordura aparece la inscripción IN AD IUTORIO ALTISIMA...MANET POST FUNERA VIRTUS."
En San Martín no se conserva ninguno. Parece ser que hasta hace unos años había una casa solariega con escudo en su fachada, pero se vendió y su nuevo dueño la desmontó y el escudo adorna ahora otra fachada, parece ser que en Aguilar.

Terminamos nuestro periplo en Castrillo. Se conservan dos escudos. El primero en La Torre, hoy felizmente restaurada y convertida en casa rural; se salvó así de una ruina más que previsible. González Echegaray no puede identificar en su momento este escudo, ya que la casa construida delante de la Torre le impide ver con nitidez la composición del escudo. Por lo que he podido comprobar coincide casi por completo con uno que se encuentra en el pueblo de Navamuel y que porta las armas de ese apellido. Es posible por tanto que se trate de una rama de ese señorío. Adosados a este principal hay dos más, uno de la orden de Alcántara y otro de la Inquisición.
Entre las ruinas de una casa (otra vez una de las mejores del Valle) y apenas visible hoy día (esta tapado por la hiedra) "sobrevive" el último escudo de Valdelomar, quizá el más antiguo.
Continuamos hasta Santa María, donde todavía luce un pequeño escudo de línea gótica, sin adornos ni timbre, con el cuerpo cuartelado de forma irregular:
1) Cinco calderas mal colocadas (dos y tres).
1) Cinco calderas mal colocadas (dos y tres).
2) Dos calderas algo mayores al pal.
3) Una flor de lis. En los cantones superiores una estrella de seis puntas y en las inferiores dos panelas.
4) Tres flores de lis. En punta y recogiendo los dos cuarteles inferiores, ondas de agua, que en el flanco izquierdo parece que llevan flotando algo ¿una cabeza?
Parece corresponder este escudo al apellido Calderón en su primer cuartel, pero nada podemos asegurar.
Terminamos nuestro periplo en Castrillo. Se conservan dos escudos. El primero en La Torre, hoy felizmente restaurada y convertida en casa rural; se salvó así de una ruina más que previsible. González Echegaray no puede identificar en su momento este escudo, ya que la casa construida delante de la Torre le impide ver con nitidez la composición del escudo. Por lo que he podido comprobar coincide casi por completo con uno que se encuentra en el pueblo de Navamuel y que porta las armas de ese apellido. Es posible por tanto que se trate de una rama de ese señorío. Adosados a este principal hay dos más, uno de la orden de Alcántara y otro de la Inquisición.

En jefe tres estrellas, debajo tres hoces, más abajo otras tres estrellas y en punta otras tres más.
" No sabemos a qué apellido puede corresponder, aunque las hoces suelen representar en Campóo al linaje de Solórzano, y las estrellas al de Rebolledo, pero nunca las hemos visto en esta forma." nos dice González Echegaray.
martes, 5 de julio de 2011
PEREGRINACION A LA VIRGEN DE LA VEGA
Por segundo año consecutivo acudimos en peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de La Vega en Pedrosa de Valdelucio, retomando una tradición que se había perdido en los últimos años. No dejar caer en el olvido o recuperar nuestras costumbres han sido desde la fundación de la Asociación Valdelomar nuestro mayor anhelo. Los que componemos la Asociación hemos sido testigos del cambio que han supuesto estos últimos años en nuestro valle: envejecimiento, despoblación y progresivo abandono de las ocupaciones que durante generaciones marcaron la vida de sus habitantes y conformaron numerosas tradiciones.
En este contexto decidimos recuperar la peregrinación al Santuario de la Virgen de La Vega para, por un lado rendir homenaje a nuestros mayores, que desde hace más de 200 años se han ocupado de mantener viva la tradición y por otro, dedicar un día a mejorar la relación entre las gentes de Valdelomar. La mayoría de nosotros no vivimos en el Valle y son muy pocas las ocasiones y menos los locales que compartimos, lo que dificulta el intercambio de experiencias.
Este año teníamos además un doble motivo de alegría, ya que por un lado incrementamos el número de asistentes a la marcha y también conseguimos involucrar al Común de Valdelomar, que pagó las bebidas que compartimos en la comida campestre.
Con éstos ánimos nos presentamos en Santa María a las 7.00 y nos pensamos un buen rato lo de echar a andar, pues la cantidad de rayos que caían hacían que al más valiente se le quitaran las ganas de salir a la intemperie. Pero como habíamos hecho promesa , en un momento que clareó nos echamos al monte.
Ya en Revelillas el sol brillaba y no nos creíamos que apenas una hora antes estuviera cayendo el diluvio universal.
Al llegar al Páramo de La Lora el viento que siempre sopla por ahí arriba hizo que alguno quisiera aprovecharlo para hacer más cómoda la marcha y se "fabricó" una vela para tal fin.
El camino es muy cómodo y enseguida nos permite tener unas maravillosas vistas del todo el Valle de Valdelucio, con la carretera Aguilar-Burgos atravesándolo y al fondo la Montaña Palentina, Curavacas, Espigüete y los Castros de Bernorio, La Ulaña y Peña Amaya, un lujo.
Después de tanto andar ya nos estaban esperando los peregrinos del autobús con las bebidas en nuestra nevera.
En este contexto decidimos recuperar la peregrinación al Santuario de la Virgen de La Vega para, por un lado rendir homenaje a nuestros mayores, que desde hace más de 200 años se han ocupado de mantener viva la tradición y por otro, dedicar un día a mejorar la relación entre las gentes de Valdelomar. La mayoría de nosotros no vivimos en el Valle y son muy pocas las ocasiones y menos los locales que compartimos, lo que dificulta el intercambio de experiencias.
Este año teníamos además un doble motivo de alegría, ya que por un lado incrementamos el número de asistentes a la marcha y también conseguimos involucrar al Común de Valdelomar, que pagó las bebidas que compartimos en la comida campestre.
Con éstos ánimos nos presentamos en Santa María a las 7.00 y nos pensamos un buen rato lo de echar a andar, pues la cantidad de rayos que caían hacían que al más valiente se le quitaran las ganas de salir a la intemperie. Pero como habíamos hecho promesa , en un momento que clareó nos echamos al monte.
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