En segundo lugar por lo abarrotada que estaba la ermita. El mal tiempo animó a los indecisos a entrar al abrigo de la roca, con lo que no cabía literalmente un alfiler. Los que se quedan fuera no son/somos conscientes de que dentro hay gente que está siguiendo una celebración religiosa con mucha devoción, pero también es verdad que la gran mayoría de los allí presentes es el único día del año que acuden a su pueblo y se encuentran con familiares y amigos, por lo que las ganas de hablar son muchas y el tiempo escaso, así que la polémica está servida.
En tercer lugar por la gran pena que supuso para todos que no saliera la Virgen en procesión. Cómo nos acordamos de los sevillanos y sus lágrimas en Semana Santa. La verdad es que para una vez al año que se saca la imagen de la Virgen, se podía haber aguantado la lluvia, pero bueno, para eso es la Rogativa.
En cuarto lugar por el sitio elegido para tomar un refrigerio, que en toda fiesta que se precie después de la misa viene la mesa. Jaime y Felipe nos cedieron su nave para que pudiéramos estar refugiados del viento y el agua, y la verdad es que fue un acierto.
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