viernes, 29 de enero de 2010

ROMANCES CASTELLANOS

Seguimos recuperando viejas tradiciones gracias a Iñaki y a la memoria de María Jesús Arenas.
Hoy os traemos un viejo romance, una composición popular trasmitida de forma oral, pues estamos hablando de una época en la que los textos escaseaban y la mayoría de la gente apenas sabía leer. Se estima que el romance es una de las composiciones más antiguas del castellano, pues es difícil concebir una lengua en la que no existan baladas o canciones narrativas, ya sean fabulosas o noticieras. Este en concreto nos habla de las penas de un pobre prisionero en manos de los moros que se encomienda a la Virgen y (cómo no), ésta le salva del cautiverio. Es fácil imaginar que, después de recitado el romance, se rezara un rosario dando gracias. Otro día más.


FRANCISCO HERMANO

En la ciudad de Jaén
vivía un hombre casado
con su mujer y dos hijos
llamado Francisco Hermano.

Hombre de muy bien vivir
muy devoto del rosario
y todos los días rezaba y
alabando a Dios amado.

A la guerra de Melilla
este se fue voluntario
a la guerra de Melilla
como valiente soldado.

Pero tuvo la desgracia
que al poco tiempo que ha estado
le cogieron prisionero
y para Argel le llevaron.

En sus plazas fue vendido
de aquella gente malvada
la mujer muerta de pena
porque no sabía nada.

Si era muerto su marido
aunque la guerra se acaba
nadie le daba noticias
y así a Dios le encomendaba.

Mustafá que le compró
para su casa le encamina
le puso dándole el cargo
del gasto de la comida.

Seis meses fue mayordomo
cumpliendo cuanto podía
y en el medio de este tiempo
le ha llamado el amo un día.

Ya sabes Francisco Hermano
y escúchame por tú vida
ya sabes que sobre todo
tengo para ti una hija.

Hermosa como una rosa
y sobre todo entendida
y que muriéndome yo
ésta será heredera mía.

Y si haces lo que te digo
me darás grande alegría
y es que reniegues de Cristo
y de la Virgen María
y que la ley de Mahoma
con grande fervor la sigas.

Sus caudales y doblones
sus dineros y su hija
todo es polvo y arena
para lo que yo perdía.

Y esto que oyó su hija
dando gritos y alaridos
de esta manera decía:
“No ha de ser usted Mustafá
ni yo tampoco Celina
si a este esclavo desatento
no me le hace usted justicia”.

Me uncieron a una carreta
con otro esclavo que había
y me hacen bajar la piedra
para un jardín que querían
levantar unas paredes
y llegando al mediodía
nos llevaban para casa
para darnos la comida.

Cocida con agua y sal
de cebada una cuartilla
como si fuéramos bestias
nos trataban y tenían
y dando gracias a Dios
y a aquella Virgen María.

Pero un día mi amo
a los tres moros envía
para que me registraran
y me hallaron de rodillas
con el rosario en la mano
y de esta suerte decían:

“De que te sirve cristiano
el rosario de María
si este no puede sacarte
de estas penas tan crecidas”

Guarda Francisco el rosario
y entre los tres se lo quitan
hicieronle mil pedazos
por aquel suelo le tiran
más yo arrojándome a ellos
les quité una cuchilla.

De los tres maté a dos
y al que quedó con vida
fue dando gritos al amo
y de esta manera decía:

“A Caudales y a Chandales
quitó el cristiano la vida”
y acuden como leones
por aquel suelo me tiran
y me dieron tantos palos
que no puedo esposa mía
numerarles porque yo
estuve muerto tres días

Y luego que volví en si
la sentencia me leían
que había de ser quemado
y ya la hoguera encendida
me sacaban por las calles
de congojas y fatigas
unos me dan puntapiés
otros me dan con ortigas
otros me tiran pedradas
otros me silban y gritan
como juego de comedia
al fin todos me castgan.

Pero quiso Dios piadoso
cuando a las llamas me tiran
todos quedaron pasmados
en ver que no me encendían.

Ya me vuelven para casa
y Celina que me ha visto
pateaba y maldecía
arañábase la cara
y su padre le decía:
“Hija no te dé cuidado
Déjale por cuenta mía”.

Me metieron en un cuarto
que no se cuando es de día
y para escribirte esta carta
un cristiano me traía
tintero papel y pluma
y te encargo esposa mía
un entero novenario
a Santo Domingo harías.

Y cogió su mujer la carta
y a un vecino que tenía
le mandó que se la leyese
y al oir tantas fatigas
cayó al suelo desmayada
y luego que en si volvía
“hijos ya no tenéis padre”
a los niños les decía.

Hijos ya no tenéis padre
hacerme a mi compañía
mientras paso mis trabajos
en esta mísera vida.

Y a otro día a la mañana
el centinela decía
que dentro del barco hay
que dentro del barco había
un hombre que no conocen
ni saben de donde sería
con un letrero en la frente
le leyeron y decía:

“Este es Francisco Hermano
que yo la Virgen María
esta noche le he sacado
del centro de morería
si le lleváis pa su casa
seré vuestro amparo y guía”.
luego dispusieron viaje
para España le traían.

Francisco se fue a su casa
y a los niños les decía:

“¿Niños donde está vuestra madre?”
y los niños respondían:
“tío está en una novena
que hoy es el último día
por el triste de mi padre
de congojas y fatigas
le cautivaron los moros
en la guerra de Melilla”.
Y esto que oyó su padre
Les abrazaba y quería
y luego vino su esposa
de la oración ofrecida
y el gusto que recibieron
no habrá lenguas que lo digan
todo cristiano se ofrezca
a aquella Virgen María.

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