Así es como muchos denominan hoy a la Iglesia de Santa María de Valverde, situada en el pueblo homónimo junto a la carretera que va de Quintanilla de las Torres a Villanueva de la Nía.
Lo que en un principio pudo ser un pequeño eremitorio, aprovechando las oquedades en la piedra arenisca fácil de labrar, con el paso de los años (y el trabajo de los hombres) se ha convertido en una bella y coqueta iglesia en la que todavía hoy se puede asistir a misa todos los Domingos del año (a la una).
Sus orígenes se podrían situar en el siglo VI, coincidiendo con la actividad evangelizadora que por estas tierras desarrollo San Millán. Más tarde (siglos VIII al X) se amplia la primitiva cueva y se construye la primera ermita, cuyo altar coincidiría con la actual capilla bautismal, en la que se encuentra la pila decorada con dos cruces de tradición visigoda. El arco que da entrada a dicha capilla también es visigodo, por lo que su datación parece que no es motivo de duda.
En siglos venideros se fueron añadiendo varias capillas excavando más en la roca, y ya en el siglo XIII se le añade la espadaña. En su interior podemos contemplar una de las pocas tallas que se conservan en la que la Virgen está dando de mamar al Niño, es del siglo XVI de estilo renacentista.
En el exterior una necrópolis excavada en la roca que forma su techo, con la tradicional orientación de estas tumbas de Este a Oeste, la mirada del difunto hacia Oriente, pues es allí donde esta Tierra Santa.
Todo esto os lo explica mucho mejor la actual guía de la Iglesia, Rosalina, cuya función va más allá de abrirla para los turistas. Ella se encarga de todo esté en su sitio y de que a la patrona del Valle no le falten unas flores adornando su altar.
Podéis terminar la visita en el Centro de Interpretación del Rupestre, un intento de las autoridades por poner en valor la zona y darla a conocer. Merece la pena verlo, nos transporta a esos siglos oscuros de la Alta Edad Media en los que nuestro Valle era una zona de frontera y de conflictos.
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