lunes, 9 de febrero de 2009

Un cuento narrado en Valdelomar

Un cuento que El abuelo Julio contaba a su nieto Luis Haro.

Las Cabritillas y El Lobo


(Un cuento de mi Abuelo)


Hace muchos, muchos años, vivían en Castrillo unas cabras que fueron invitadas a una boda en Coroneles. Las cabritillas se pusieron muy contentas y subían la Cuesta de la Iglesia cantando y brincando, pero al llegar a la iglesia les salió al paso el lobo.
-¿A dónde vais tan contentas, cabras?
-Vamos a una boda a Coroneles, lobo.
-Pues no llegaréis, porque os voy a comer a todas.
Pero una cabra que era muy lista, le dijo:
-Mira lobo, no nos comas ahora, que estamos muy flaquitas; espera a que vengamos de la boda. Estaremos tan gorditas que te darás un banquete.
El lobo se quedó pensando un rato y le pareció una buena idea, pero les advirtió:
-Cuando regreséis, os estaré esperando aquí, y entonces os comeré.
Las pobres cabras se fueron muy tristes pensando que, a la vuelta, se tendrían que enfrentar con el lobo y no sabían cómo le podían ganar.
En esto que al llegar al río, se toparon con la raposa, que estaba bebiendo agua.
-Hola cabras, ¿por qué estáis tan tristes?
Las pobres cabritillas le contaron lo del lobo. Y la raposa, que tenía ganas de darle una lección al lobo, les dijo:
-No os preocupéis, yo os libraré del lobo; pero a cambio me tendréis que dar una tetarradilla de vuestra leche.
A las cabras les pareció una buena idea, y se fueron a la boda confiando en que la raposa, que era muy lista, se deshiciera del lobo.
La raposa corrió al encuentro del lobo, y le encontró sentado a los pies de la iglesia.
-Hola, lobo. ¿Por qué estás aquí, tan quieto?
-Estoy esperando a unas cabras. Vienen de una boda en Coroneles, y van a estar tan gorditas, que me voy a dar un festín.
-¿Si? -dijo la raposa; pues por el Otero vienen unos cazadorones, con unos escopetones que preguntan por el lobo del “culo pelao”.
-Anda si ese soy yo, dijo el lobo.
Y si no ha “parao”, todavía está corriendo.


Luis Haro.

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